Hacer formas puras como una verdad
León Ferrari
Hacer
cosas confusas, intrincadas, escondidas, dentro de un espacio simple,
como un dibujo en un rectángulo de papel, en un prisma de aire, en un
cilindro; hacer cosas interiores, el contenido de un cuerpo, lo que se
oculta bajo una piel, la confusión de los huesos y la sangre y los
pensamientos; hacer formas puras como una verdad pero tacharla,
retorcerla, matarla con otra verdad y con otra cada vez más inestable,
insegura; poner un cubo brillante en un día feliz y esconderlo con los
terrores, el aburrimiento y las borracheras; hacer la estratificación de
nuestras sensaciones, de nuestros recuerdos, pero tomarlos en su origen
y taparlos con otros días, semanas; que no se entienda nada; que no se
encuentre aislada y limpia alguna miseria o algún amor o alguna forma
clara, hacer este cuerpo lentamente, minuciosamente, un viejo olivo, un
hormiguero, hacerlo de adentro para afuera, sumarle convicciones simples
que nos parecieron eternas y enredarlas con las negaciones, y las
dudas, la incomunicación. Usar cualquier material y cualquier escuela,
una recta pulida, un pedazo de Altamira, un caño de plomo, una
pesadilla. Empezar este trabajo cuando uno nace, clavar cuatro estacas
como límites y allí todos los días ir tejiendo nuestra vida, convertirla
en un volumen, sin sacar nunca nada, ninguna de esas primeras formas
que nos apasionaron, geniales, y que ahora escondemos; no sacar nada,
ninguna de las cosas repugnantes que pusimos ayer muy satisfechos,
dejarlas allí a todas y colocar a su lado las formas maravillosas que se
me están ocurriendo ahora; no tener miedo, no pensar en la unidad;
hacer la no unidad, o no pensar en eso, ni siquiera plantearlo;
aprovechar los cambios de nuestra sensibilidad, las idas y las vueltas
desde el nacimiento a la muerte, y dejarlas allí, como si fuera hecho
por otro. Como si fuera hecho por varios hombres; o mejor, hacerlo entre
varios: diez o quince mujeres y hombres gesticulando y girando en torno
de esta torre de Babel mientras cada uno agrega su invento, ese día de
su vida, sin escuchar a nadie y enredándose con los figurativos, los
concretos, los surrealistas, los informalistas y los pop, con los
ingenuos y los angustiados, los felices y los moribundos, cada uno con
su verdad, segura y universal tratando de meterla allí adentro, en esa
Babel que todos hacen sin entenderse.
Esta es la presentación autobiográfica que León
Ferrari escribió para acompañar a la foto de arriba, tomada por el
fotógrafo Sameer Makarius en 1964 en su proyecto Retratos, publicado en
libro por Vasari en 2007
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