Literalmente, sacar de la nada algo que solo existe en la imaginación.
La persona aplica a sus sentidos y engendra una obra personal nueva, que no estaba antes ahí, contenidos y desarrollos de su mente y por tanto es lo que hace que esta obra sea exclusiva, individual.
Lo interesante de la creatividad es que el fluir de las energías internas de la persona (básicamente la transformación de estímulos del circuito endocrino) se aplica a los bancos de memoria cerebral para extraer una elaboración intelectual que dé soporte al proceso de transformación emocional. Sin emoción no hay creación, el intelecto solo analiza, recuerda, mide, clasifica, discrimina, pero quien crea es la emoción porque ha de sacar algo nuevo y que por lo tanto al intelecto puede parecerle una tontería.
Es una actividad autogenerativa, la creación individual está constituida por una energía tan poderosa que revierte al creador y lo regenera. El acto de crear es un hijo que revierte al padre su propia experiencia, enriqueciéndolo. Y como la creación individual es es un acto de voluntad, y depende solo de los grados de libertad que haya alcanzado el individuo como ser auto-diferenciado, no se agota, no termina, y muchas veces sus efluvios sobreviven al creador.
Juan Trigo
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