Muchas veces imaginamos que cuando alcancemos un destino futuro, nos sentiremos satisfechos, tranquilos y en disposición de ser felices. Nos decimos a nosotros mismos que cuando consigamos ciertos objetivos, por fin encontraremos la paz. No obstante, en muchos casos, poco después de haber alcanzado nuestro sueño, volvemos a nuestro nivel de bienestar anterior. Y si normalmente nos sentimos ansiosos y estresados, lo más probable es que volvamos a sentirnos ansiosos y estresados.
Precisamente, una de las barreras más comunes a la felicidad es la falsa expectativa de que algo -un libro o un profesor, una princesa o un caballero, un éxito, un premio o una revelación- nos hará felices.
Si bien todas estas cosas pueden contribuir a nuestro bienestar, en realidad no constituyen más que una pequeña parte del mosaico de una vida feliz. La idea de la felicidad que transmiten los cuentos de hadas -la idea de que algo puede hacer que seamos felices para siempre- conduce inevitablemente a la decepción. Una vida feliz o más feliz raramente se consigue a partir de un evento extraordinario, se consigue poco a poco, experiencia a experiencia, momento a momento.
Para conseguir la mayor cantidad posible de la moneda más valiosa, primero tenemos que aceptar que "esto es lo que hay", que hemos de vivir el día a día, lo ordinario, los detalles del mosaico.
Vivimos una vida feliz cuando obtenemos placer y significado estando con nuestros seres queridos, aprendiendo algo nuevo, o realizando un proyecto en el trabajo. Cuanto más llenemos nuestros días de estas experiencias, más felices seremos. Ese es el secreto.
Tal Ben-Shahar y un fragmento de su libro Ganar felicidad
No hay comentarios:
Publicar un comentario