Antes de los 60 la NASA en el lanzamiento de astronautas al espacio, se advirtió que sus bolígrafos no funcionarían en gravedad cero, ya que la tinta no bajaría a la superficie en que se deseara escribir.
Al cabo de 6 años de pruebas e investigaciones que demandaron un gasto de 12 millones de dólares, armaron un bolígrafo que funcionaba en gravedad cero, abajo del agua, sobre cualquier superficie incluyendo cristal y en un rango de temperaturas que iban desde bajo cero hasta 300 grados centígrados.
Los rusos, descartaron los bolígrafos y dieron lápices a sus tripulaciones para que pudieran escribir.
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